sábado, 7 de febrero de 2015

A mi también me rozan los muslos

Llevaba tiempo con la idea de escribir y de hacerlo público. Porque me gusta escribir, llevo escribiendo toda la vida. Me gustan los cuadernos, los bolígrafos, los colores, plasmar mis pensamientos y mis reflexiones en papel es una necesidad. Confieso que se me hace raro escribir en digital, escribir mis reflexiones, escribir mis pensamientos.

Fernando Botero


La luz que despertó la creación de este blog ha sido Pilar Lachén, en su artículo Me rozan los muslos. Me ha hecho pensar, pensar mucho. También me rozan los muslos, me salen heridas en verano cuando llevo faldas. Y me preocupo por perder esos kilos que me sobran. Me preocupo por hacerme una sesión láser para no tener vello en mi cuerpo. Me preocupo por no tener entrecejo. Me preocupo por comprarme más ropa de la que necesito. Me preocupo porque mi culo no sea tan grande. Me preocupo porque mis tetas estén donde estaban. Me preocupo por chorradas.

Soy lo que soy, sin duda. Somos lo que somos. No es importante estar gorda o flaca, tener o no tener pelos, llevar unos pantalones de hace dos temporadas ¡¡dios mío, dos temporadas!! Si las temporadas en el universo de Amancio Ortega duran dos semanas... .

Y hemos caído. Hemos caído en el afán de querernos convertir en princesas de cuento que no somos, porque somos reales. Desde pequeñas hemos visto que lucir una figura estilizada es por lo que tenemos que esmerarnos, lucir una melena acorde a las tendencias, lucir los últimos modelitos del Zara, lucir los complementos más chics del momento es nuestro sino.

Y no estoy en absoluto de acuerdo con los estereotipos fijados que tenemos que seguir como borregos que somos. Luchar por no estar dentro del rebaño no tiene sentido porque te etiquetan bajo otro cliché y automáticamente sales del círculo social en el que estabas. ¿Vale la pena?

Y lo que quiero realmente es ser libre. Ser libre de comer lo que me de la gana, de vestirme como quiero y de llevar los pelos y los pelorros como la naturaleza los dejó en mi cuerpo. Libre de quererme como soy, y no como le interesa a esta sociedad.

Gracias, Pilar Lachén, por despertar mi liebre.